El Olivar de Abanilla se encuentra al sur de la Huerta de Mahoya, muy cerca del río Chícamo, del que aprovecha sus aguas para regarse. Aquí se pueden ver algunos de los ya escasos olivos milenarios que quedan en el Mediterráneo, que aún sobreviven como se ha dicho, por su cercanía al río así como a la red de acequias que datan de la época romana y al mantenimiento de los agricultores de la zona.
En todo este paraje se pueden realizar diversas rutas senderistas a lo largo del año. Partiendo desde el camino del cementerio, y pasando cerca de la Cooperativa olivarera, se puede realizar un recorrido circular de unos 2,6 km en el que se pasa muy cerca de todos estos olivos.
La arboterapia consiste en frecuentar bosques y estar en contacto con la naturaleza, así como también abrazar árboles. A las personas que realizan esta actividad se les ha dado en llamar "tree-huggers" o lo que es lo mismo, abrazadores de árboles. Según dicen, al hacer esto los árboles transmiten parte de su energía y recarga las pilas. Fluye la energía y se puede alcanzar una gran sensación de paz y tranquilidad.
Estar en contacto con las plantas nos ayuda mejorando la función cognitiva y emocional. Además tiene efectos benéficos para la salud pues está recomendado para aquellas personas que tienen asma, bronquitis crónica, hipertensión arterial e insomnio. Entre los beneficios está la posibilidad de calmar la ansiedad, la depresión o los dolores de cabeza.
Se dice que el médico griego Galeno recomendaba a sus pacientes con afecciones respiratorias el abrazar árboles. Hoy en día buscamos el bienestar y reconectar con lo simple, nuestras raíces, lo natural.
Abrazar una higuera es bueno para purificar el corazón y abrazar una olivera se cree que aporta equilibrio a la mente, se dice que por la robustez de su madera o por su respetable porte.